Cultura Política – Conceptos básicos
En este artículo abordamos algunos conceptos básicos para la construcción de una cultura política desde el compromiso social con la legalidad, la legitimidad y la inclusividad que nos permita comprender la complejidad de los problemas sociopolíticos que enfrentamos en nuestra región y comenzar a trabajar para solucionarlos.
Introducción
En muchos países alrededor del mundo, en especial en nuestra región centroamericana, se vive una crisis social de la que no parece haber pronta salida. Básicamente esta crisis se ve reflejada en problemas de asociatividad, deficiencias en los modelos democráticos y altos niveles de corrupción que afectan a las relaciones políticas y económicas entre los particulares y la administración pública.
En estas circunstancias algunas personas, quisiera creer que la mayoría, desde nuestra perspectiva ética, nos vemos ahogadas en un mar de descomposición moral que ha logrado inutilizar los mecanismos sociales democráticos creados para contenerla; mientras, al mismo tiempo, la sociedad en su conjunto se ve imposibilitada para cumplir su objetivo principal, que es alcanzar y preservar el denominado «bien común»1.
Conceptos básicos
Ética
Cuando hablamos de ética nos referimos al conjunto de valores y principios que una persona acepta y adopta, consciente y voluntariamente, como rectores de sus actuaciones individuales. La ética comprende el concepto subjetivo del deber ser, la forma en que cada persona considera debe de proceder de cara a un hecho o situación relevante, que es susceptible de valorarse positiva (bueno, correcto, justo o legal) o negativamente (malo, incorrecto, injusto o ilegal).
Así planteado, la ética implica también un análisis personal y crítico de la realidad social y del entorno en general, es una condición adquirida y no inherente a la persona humana, motivo por el cual no es estática y es susceptible de formarse y/o modificarse durante el transcurso de la vida en sociedad.
Moral
La moral, y más concretamente la moralidad o normativa moral, es la actitud y actividad individuales que son socialmente aceptadas por una colectividad; digamos que son los valores y principios comunes a las personas que conforman el grupo social, son deberes y derechos implícitos o explícitos que permiten y a la vez regulan la interacción social. Lo moral es cultural, desde luego que es producto de las costumbres y tradiciones adquiridas por el grupo social a lo largo de su desarrollo histórico.
Así, mientras lo ético es lo que yo personalmente estimo «debe de ser«, lo moral sería aquello que el grupo asume como ideal de conducta para todos y todas. Eventualmente sucede que, como producto del análisis ético individual y el cuestionamiento de lo moralmente aceptado, el basamento moral que sirve de marco y fondo a la interacción social puede sufrir modificaciones, más o menos trascendentes, en el transcurso del tiempo; dicho de otro modo, la moralidad tampoco es estática, sino cambiante y dependiente del desarrollo sociocultural colectivo2.
Ordenamiento jurídico
El ordenamiento jurídico, por su parte, es el conjunto de disposiciones legales, por lo general escritas, que rigen de forma estricta las actividades individuales y colectivas dentro de un conglomerado social, normas que comprenden incluso la posibilidad de la coerción y el castigo para los casos de incumplimiento.
En un escenario ideal el ordenamiento jurídico es el mecanismo democrático creado por la sociedad, que necesariamente comprende aquellas normas morales que se consideran indispensables (inquebrantables) para la convivencia del grupo, para garantizar la estabilidad y la paz social.
Podemos decir que el ordenamiento jurídico preserva el ideal social de lo que es la justicia y es el nivel de normas o disposiciones convencionales en que se define más nítidamente la estructura que la colectividad asume para los fines de su organización. En el proceso de la convivencia, los seres humanos creamos toda una estructura colectiva que pasa a estar por encima de las individualidades, el colectivo se constituye en lo que podemos llamar «sociedad política» y comprende las figuras del Poder y la Autoridad, pero de esto vamos a conversar en una próxima nota.
Cabe sí decir que una sociedad no es la suma simple de las personas que la componen ni de sus voluntades individuales, y de esa manera se entiende que los objetivos sociales tampoco pueden ser la suma simple de los objetivos individuales y más bien, de alguna manera, quiérase o no, esos objetivos sociales están ubicados por encima del interés individual de cada uno de los miembros del colectivo, vistos separadamente, o de un segmento del mismo en particular.
Derechos humanos
En este orden de ideas, reconociendo nuestra necesidad de convivir e interactuar con otros seres humanos, podemos definir que existen algunas motivaciones o necesidades básicas, primarias, que cada uno de nosotros perseguimos, individualmente, para alcanzarlas dentro de la colectividad e incluso a través de ella, y estas son, entre otras:
- Bienestar
- Libertad
- Justicia
Así pues, el «bien común», más que un bien material o conjunto de los mismos, es en realidad una condición o estado que nos permite la satisfacción de las necesidades individuales básicas enunciadas; por lo que, a la postre, el bien común sería el objetivo colectivo que la sociedad pretende alcanzar y consiste en garantizar, a todas y cada una de las personas que la conforman, la posibilidad de acceder a una situación de máximo bienestar, en libertad y con sustento en la justicia.
Sobre la base de lo antes expuesto puede perfectamente asentarse la noción de «derechos humanos» como producto de una convención colectiva, en lugar de la «inherencia a la persona» que se le ha tratado infructuosamente de asignar3. Baste señalar que una persona en una isla desierta no tiene ningún derecho humano inherente frente a la naturaleza, tales derechos existen exclusivamente dentro de una colectividad humana que les haya asumido como norma moral de conducta. Hablaremos más extensamente de esto en artículos posteriores.
Legalidad
La legalidad no es otra cosa que la facultad que tiene un grupo social para generar las reglas que regulan su estructura y la interacción entre las personas que lo conforman, es decir, la facultad o poder de generar el ordenamiento jurídico, tanto como la obligación de someterse a dicha normatividad. El «principio de legalidad» implica necesariamente la sujeción del «poder» a las reglas colectivas supremas que le han creado. En el caso de los Estados modernos esas reglas supremas se establecen en la llamada «Constitución Política».
Legitimidad
La legitimidad es el reconocimiento colectivo del ente o estructura de poder generadora de la legalidad, tanto como de la norma o ley misma. Este no es un reconocimiento arbitrario, sino que se basa en tres parámetros bien definidos, para ser legítimos el poder creador y/o la ley tiene que ser: válido(a), justo(a) y eficaz. La legitimidad garantiza el sometimiento voluntario del colectivo a la norma creada y al poder encargado de hacerla valer.
Inclusión
La inclusión consiste en que todas las personas dentro del grupo social puedan tener las mismas posibilidades y oportunidades para realizarse, independientemente de sus características y condiciones individuales.
Cultura Política
Podemos esbozar un concepto de Cultura Política como:
el conjunto de conocimientos, creencias, costumbres y principios morales y legales desarrollados y adoptados por un grupo humano para su organización política: la interacción social, el ejercicio del poder y la autoridad.
Como vemos, cada uno de los conceptos antecedentes es fundamental para adquirir una plena noción de los problemas que enfrentamos en todos los niveles de organización humana, como sociedades4. Diversos estudios demuestran que la cultura política incide directamente en la estabilidad de la democracia y parece evidente que una sociedad constituida por personas con altos valores democráticos tendría que ser, necesariamente, democrática.
También parece obvio que si las personas que conforman las distintas sociedades abrazaran una cultura política comprometida con la legalidad, la legitimidad y la inclusión; no habría espacio para el abuso de poder, la violación a los derechos de las personas ni para la mayoría de los problemas descritos en la introducción de este artículo5.
¿Será acaso, entonces, que nuestro problema está en las personas comunes y no en las élites? Y, si ese fuera el caso, ¿cómo podemos incidir en la transformación cultural necesaria para que podamos finalmente vivir en democracia quienes compartimos esa aspiración?
- Entendido como las condiciones necesarias y adecuadas para que cada persona tenga la posibilidad de alcanzar su bienestar por sus propios medios. Esto son las reglas, normas o instituciones que contribuyen a que cada uno persiga sus valores y objetivos con mayor libertad, independientemente de los resultados individuales de su aplicación. [↩]
- Decimos desarrollo sin ningún sesgo o juicio de valor. Un desarrollo en la dirección que el grupo decida, sea la construcción de una teocracia, autocracia o democracia; según convenga a los intereses, costumbres y/o convicciones colectivas. [↩]
- Y digo infructuosamente porque se violentan constantemente en todos los niveles, desde las interacciones entre particulares y desde las estructuras de poder. [↩]
- A nivel de países, regiones e incluso globalmente. [↩]
- Recordando que las élites no son ajenas a la sociedad, sino producto de ella. [↩]
Autor(a):
Ciudadano nicaragüense, contador de profesión, con formación universitaria en Derecho, Informática y Educación (Matemáticas y Física). Más de 30 años de experiencia en la creación y dirección de todo tipo de entidades mercantiles y organizaciones no gubernamentales (políticas, culturales y deportivas). Se desempeña actualmente como asesor empresarial.


